miércoles, 7 de noviembre de 2007

Disculpas

Hola, amigos lectores y compañeros. Os debo una disculpa.

Estos días he tenido por mi parte el blog un poco desactualizado. ¿Motivo? Pues falta de tiempo, líos con otros blogs y, sobre todo, inapetencia. Simplemente estoy con las ganas y el ánimo un poco bajos, por eso he dejado a medias mi entrada de la visita que hice a Gales. Lo siento, amigos.

En otro orden de cosas, desde Madrid hemos mandado a dos emisarias para que nos traigan noticias de cómo le va a las "romanas" desde su último post. En el momento en que escribo esto, ya estarán de camino a la cittá eterna.

Bueno, espero retomar esto pronto. Hasta entonces, un saludo.

-Carlos-

martes, 23 de octubre de 2007

Roma, nuestra ya cittá eterna


Sintiéndolo mucho chicos (Ales y Luis Mi), las Supernenas no nos íbamos a quedar atrás con nuestra entrada triunfal de Erasmus. Así que permitidnos que califiquemos vuestras aventuras iniciales como simples nimiedades. Que no suene a competición, pero leed y juzgad.


Nuestra aventura de Erasmus comienza en el momento en que, todavía en Madrid, nos comunican que nuestro piso en Roma va a ser una mansión de siete habitaciones 'piu vicina' a la famosísima Pizza di Spagna. Sin haber pisado la ciudad, nos sentimos las reinas romanas. Pero no sabíamos la jugarreta que el destino nos tenía preparada.

Llegamos al aeropuerto de Fiumicino con una hora de retraso y en un ademán de caridad cristiana, ayudamos a una pobre y pequeña monjita a recoger las maletas. Éramos tan felices... pobres ingenuas... Por si fuera poco, a las tres reinas las iba a recoger un, dejémoslo en cortés, italiano llamado Paolo. Ya con las maletas en mano cruzamos el umbral y ahí estaba él con cartelito y todo. Subimos nuestras pertenencias a su flamante monovolumen, no sin dificultades -ya que las pertenencias de las reinas nos suelen ser escasas y nosotras éramos tres- y nos dirijimos a nuestra 'encantadora' residencia. Como nuestro italiano brillaba por su ausencia, el tal Paolo hablabla y hablaba y nosotras no entendíamos nada, pero decíamos a todo que "sí", que "va benne"... como tres imbéciles, hasta que la 'conversación' alcanzó un punto de inflexión cuando oímos la fatídica frase de: "Vuestros compañeros de piso son muy simpáticos y os van a ayudar a subir las maletas". Cris, que estaba sentada en el lado del copiloto, se volvió hacia atrás como diciendo "¿Habéis oído lo mismo que yo?". Sí, lo habíamos oído.

A partir de ahí ni sonrisas, ni "sí, sí" ni "va benne" sino..."¿qué coño dice éste?". Alucinadas, intentamos que nos diera una explicación al más puro estilo 'itañolo-atarzanao'. Le espetábamos... "ma la casa non é per noi tre SOLO?". El tío flipaba y nosotras empezábamos a conocer nuestro barrio, que tenía más de Bronx que de Ciudad Eterna. Arribamos, aparcamos y subimos... Cuando abrió la puerta, vimos a un especimen un tanto peculiar, parecido a un hobbit pero en versión andaluza, que se estaba haciendo una tortilla con un chandal roñoso en una cocina más roñosa aún. Nos enseñaron la casa y nuestros respectivos cuartos y en un ataque de pánico colectivo decidimos que lo mejor para nuestra salud mental era bajar a la calle y fumarnos un piti. Hicimos un intento de cena en un restaurante cercano que ya estaba cerrando y después nos sentamos en la 'fermata' del autobús, donde hicimos LA FOTO DE ROMA. Nuestras caras, creemos, lo dicen todo.


Entonces recordamos que algo de bueno tenía la 'casa': Wi-fi, así que decidimos subir y ponernos a buscar CASA como locas. Porque hay que dejar claro que, a parte de que era una mierda y teníamos que compartirla con cuatro individuos bastante raros, nuestra universidad estaba a hora y media en transporte público (Carlos, eres nuestro ídolo). Nada que ver, por tanto, con Piazza di Spagna. Pero es que para más INRI, pagábamos 500 euros cada una, con lo cual de 'chollo' tampoco tenía nada. Sí, nos habían timado. Lo mejor de todo, es que el hombre que nos había vendido la moto tenía en su poder 4.500 euros nuestros de fianza y nosotras no teníamos ningún tipo de resguardo de aquello. Comprenderéis que nuestra situación era, como poco, 'jodida': estábamos en el país de los caraduras inmobiliarios, de los mayores fanfarrones, de la MAFIA, no sabíamos hablar italiano, nuestras clases empezaban en una semana y no teníamos en nuestro poder, precisamente, una Visa Oro.

El caso es que esa noche Belén y Cristina se quedaron dormidas con la ropa puesta encima del colchón, la primera, como un feto encogidita y la segunda, como Eminem con la capucha puesta y sin cambiar de posición en toda la noche (como dice Belén "tía, yo te miraba y no sabía si estabas boca arriba o boca abajo). Teresa, con un claro episodio insomne, pasó su primera noche en Roma pegada al ordenador buscando durante horas y horas apartamentos e información acerca del metro.

A la mañana siguiente, oliendo a rosas y nardos (por el bien de la comunidad no levantábamos el 'alerón', que no estábamos para perder tiempo con duchitas) nos echamos a la calle con el 'PortaPortesse' en mano. Ése fue el comienzo de la desesperada búsqueda de nuestro hogar. Casualidades del destino, y hasta los cojones del transporte público romano, optamos por coger un taxi por la zona del monumento a Vittorio Emmanuele. Tan desesperadas estábamos que al taxista lo licenciamos en psicología. Le contamos nuestras penas ya que era el "unico uomo buono che noi conoscemo" (todo esto, diciéndoselo con cara de corderitos degollados) y ése fue el comienzo de una bonita amistad, ya que nos ayudó en los traslados posteriores, nos llevó de cañas con sus amigos y, se convirtió en nuestro primer amigo de Roma. Stefano, te queremos. Esa noche volvimos a la Montagnola, es decir, al Bronx, cogimos nuestros bártulos, y salimos pitanto para, esperamos, no volver nunca más. Nuestro destino era un hotelito cercano al Vaticano que todo lo que tenía de pequeño, lo tenía también de acogedor y de sajador.

El resto de los días los pasamos 'pateándonos' Roma. De hecho, es posible que en esa semana andásemos más que si hubiésemos hecho el Camino de Santiago. Visitamos varias casas, a cada cual, peor. Antros subterráneos, casas sin un sólo mueble, habitaciones del pánico... y precios desorbitados. Por si fuera poco, nadie quería alquilarnos por ser estudiantes y porque el contrato era sólo para nueve meses. Los días pasaban, las tarjetas de crédito temblaban y nosotras seguíamos sin casa y casi sin ánimos, aunque hay que decir, que nos lo tomamos con bastante filosofía y humor. Coñas y anecdotas, por tanto, para dar y tomar.

Destacar el momento en el que abordamos a un pobre francés en la puerta de su casa (bueno, eso de pobre... relativo, no le importó mucho que se le metieran tres tías hasta su habitación). Pero ojo, no fue un ataque de lujuria, sino pura desesperación. El piso de abajo estaba en alquiler pero la inmobiliaria no nos dejaba verlo hasta tres días después. Demasiado tiempo para nuestros ánimos y carteras (hay que aclarar que el piso era, a priori, un pisazo). Así que nos dijimos "si está encima del nuestro, tendrá que ser igual ¿no?". Al abordaje, pues. Quedamos maravilladas. Aquel era EL piso. Aunque luego resultó que el nuestro no tenía nada que ver. Por tanto, uno más en la interminable lista de descartes. Eso sí, el tío se quedó con nuestro móvil.


Lo que no sabíamos es que nuestro ya hogar, lo habíamos pisado durante los primeros días. La que ahora es nuestra casa, fue la segunda opción que ojeamos (después de la Casa de la Nona, coña que ya expliaremos en futuras entradas). La cuestión es que, para variar, era, es, muy cara. Muy, pero que muy cara. Era necesaria una cuarta pringada. Precisamente hoy, que ha entrado una francesa, Madeleine (no os precupéis que no tiene tres años), escribimos esta entrada porque es cuando oficialmente damos por comenzada la temporada Erasmus. La buena vida no ha hecho más que empezar. Nos quedan por delante muchos meses de salidas, fiestas, clases ininteligibles, cursos de italiano, viajes y demás, pero lo que está claro es que nunca olvidaremos nuestros comienzos. Nunca olvidaremos de dónde venimos. Como dice Jennifer Lopez, "I´m still, I´m still supernena from the Montagnola-block"...no matter where I go, I know where I come from: THE BRONX"

¡Hasta la siguiente!, o lo que es lo mismo, A doppo!

Ciao belli!!!!!!!!!!!!!!!!!

jueves, 18 de octubre de 2007

Viaje a la pérfida Albión (1)

Día 1 (noche) - ¿Y mi maleta?

“A ti te tenía que pasar, Carlos”. Ese fue el primer pensamiento que cruzó mi cabeza, y que posteriormente sería reproducido por amigos y compañeros de la universidad, cuando los cabrones de Aer Arann me perdieron el equipaje.

¿Y cómo fue esto? Pues mirad: yo facturé el equipaje para que fuera a Cardiff directamente, para así no tener que volver a facturarlo en Dublín, donde hacía escala. Hasta la capital irlandesa volé con Iberia, y desde allí hasta Cardiff cubrí el recorrido con un infame e irrisorio bimotor de hélice más estrecho que un autobús interurbano, propiedad de la ignominiosa Aer Arann. Parece ser que, mientras yo, feliz, leía un libro de Noam Chomsky y tomaba una Coca-Cola de 25cl por la que me había soplado una libra en mi asiento, mi equipaje se quedaba en Dublín.

Así que ahí estaba yo, hablando con una mujer danesa a cargo de la oficina de reclamaciones, contándole mi vida y obra, y la terrible desgracia a la que me habían condenado los de Aer Arann. Llamo a mi madre y le cuento el panorama, y luego hago lo mismo con Luismi. “Si es que, ¿para qué vienes, friki? Siempre te tiene que pasar algo.” Dejo a la amable danesa en paz después de que me entregase una colección de impresos de reclamación y prometerme que harían lo que estuviera en su mano. Sólo con mi equipaje de mano y con mi ropa sudada me dirijo hacia la estación de autobuses, donde uno me llevará hasta la Cardiff Central Station, lugar de reunión con mis antiguos camaradas. Hora local: 22.00 horas aproximadamente.

Un policía me dijo que mi autobús tardaría en llegar aproximadamente 40 minutos. Consideré en ese momento más adecuado para mi salud y mi nervios dejarme más de 20 libras en un taxi hasta la CCS. Minutos después de agradable conversación con el taxista (escocés, por cierto, pero se le entendía bien), llegué a la estación, y poco después, se produjo el feliz reencuentro con Luismi, Ales y Tudelau, que había llegado horas antes que yo.

Con lo puesto, cenamos en un Subway y luego nos fuimos a un bar, el Billabong, un sitio agradable donde tomarte una pinta de cerveza rubia o lager. Tras unos minutos de charla en los que les puse al día con lo ocurrido durante su mes de ausencia, la pifia con mis maletas y otros asuntos, apareció Steffi, una chica alemana que ha hecho buenas migas con Ales y Luismi. Es agradable y simpática. Tiene cara típicamente sajona, lleva gafas y calza unas rastas en la cabeza que Tudelau juzgó como bien elaboradas y cuidadas. Terminó cayéndome bien.

Nos despedimos de Steffi, y nos vamos a casa de los mangurrianes, el número 29 de Boverton St. Conocemos a Pierre y a Julienn, los dos compañeros franceses con los que viven, gilipollas y majete respectivamente. Taela, la otra compañera, está enferma y durmiendo, cosa que nosotros haríamos en breve.

Día 2 (mañana) – Una universidad bien UWICada

El ladillo es un chiste tan estúpido que ni siquiera me ha hecho gracia a mí cuando lo he escrito, pero ahí queda. Tras levantarnos bien tarde y yo vestirme con una amalgama de la ropa de Luismi y lo que quedaba sin sudar de la mía (los vaqueros, básicamente), acompañamos a la universidad a los señores Erasmus y, mientras ellos dan dos horas de clase, Tudelau y yo charlamos en la pequeña cafetería de la universidad.

Ales ya describió la universidad en este blog en uno de los primeros artículos, así que yo simplemente diré que es la leche. A mí, por lo menos, me pareció fantástica, Tudelau estaba un poco más desencantada.

Cuando volvimos a casa por fin conocimos a Taela, la dueña de la habitación más grande de la casa y una chica que trata de poner un poco de orden británico (es de Bristol) en la jungla de roña que han creado los otros cuatro chavales mediterráneos.

¿Planes para la tarde? Luismi y Ales nos comunican que nos han metido a destrangis en un acto para Erasmus. Pero esto lo relataré en otro post, amigos.

Salud.

miércoles, 10 de octubre de 2007

¡Vámonos!

¡Vamos que nos vamos! Hago una escalita en Dublín, y espero estar en Cardiff a eso de las 20:30 horas.

Ya falta poco, chavales...

sábado, 6 de octubre de 2007

“Aplástate aquí que estoy, ahora mismo, agustísimo”

Esta frase del difunto José Luis Cantero, el Fary, resume a la perfección nuestro estado emocional actual. Antes de explicar el por qué, os pido disculpas por el largo periodo sin escribir en el blog (desde nuestra exitosa primera entrada). Tenemos un motivo. Habíamos hecho un vídeo muy chanante en el que os enseñábamos nuestro barrio y nuestra casa, pero como me olvidé el cd de instalación de la cámara en España, no podíamos colgarlo. Hemos estado esperando a que nos llegara el cd, que mi amada madre se ha molestado en enviarnos. Sin embargo, cuando Mr. Postman (el cartero) pasó a dejárnoslo, no estabamos en casa. Así que hoy nos hemos pegado una caminata de una hora (creíamos que estaba más cerca, pero los mapas engañan) para ir a la oficina postal, que no está en Cardiff, si no en un pueblo cercano y, pese a llegar tres minutos antes de la hora de cierre, los eficientes empleados públicos galeses ya habían colgado el cartel de “Closed”. Por ello, me he decidido a volver a escribir en el blog, a la espera de poder mostraros la citada grabación.


Bien, como he mencionado más arriba, parafraseando al Fary, estamos agustísimo en la capital de Gales (por cierto, tenéis que ver el vídeo del que hemos sacado esta frase, es ultrachanante: http://youtube.com/watch?v=WosrUnjb2UQ) Tenemos una casa enorme (ya la veréis), en la que vivimos con dos franceses y una chica británica, todos majísimos. Estamos haciendo un montón de amigos de todas las nacionalidades (hará unas dos semanas hicimos una fiesta en casa y se juntaron unas 50 personas) y nos lo pasamos genial. Además, las clases en las que nos hemos matriculado son interesantísimas, nos motivan bastante y creo que vamos a sacar la mayoría de ellas con nota (aparte de que aprobar en una universidad británica no parece nada difícil).


Pero bueno, vamos a lo interesante, a aquello que os motivará a la mayoría de los que os habéis comprometido a reservar el billete de avión definitivamente y visitarnos: la fiesta. La fiesta de Cardiff es un tanto distinta a la española. Para empezar, aquí se sale absolutamente todos los días de la semana. Hay unos 40.000 estudiantes en la ciudad y, como hay pocas horas de clase y tampoco hay que estudiar mucho, los galeses salen casi todos los días. No sé cómo se lo pueden permitir, porque la verdad es que no es nada barato. Aunque el alcohol no es comparativamente tan caro como otras cosas, una copa doble (que se correspondería a una normal en España) te cuesta cinco euros en los sitios más baratos (salvo que vayas a una fiesta de estudiantes en las que hacen ofertas). Eso sí, el vodka no es vodka, es vodkater, no hay ron negro, sólo blanco, y los sitios cierran como mucho a las cuatro (también es verdad que se sale antes).


Aún así, ya sea en casa o fuera, nos pegamos unas fiestas bastante majas con bastante frecuencia. Las timbas de póker en nuestra casa se están haciendo famosas en todo Cardiff y nuestra capacidad para animar el cotarro provoca que todos requieran la presencia de los Spanish cada vez que quedamos los Erasmus de nuestra universidad. Algunos se han quedado asombrados de nuestras proezas, tales como “mañana tengo siete horas de clase pero aguanto de fiesta hasta las mil y con un pedo serio” o “si apuesto que corro completamente desnudo por la calle y pierdo, lo hago” (se ve mal y apenas se distingue la figura de Luismi, pero conseguí grabarlo para que quede constancia de ello).

Contaros más cosas ya sería excederme demasiado en la extensión y, probablemente, aburriros. Así que os dejo hasta la próxima entrada. He puesto algunas fotos de Cardiff para que veais lo bonito que es y os animéis todavía más a venir. Ayer fuimos a ver la Bahía y es una pasada. Espero que os vaya muy bien a todos en el siempre difícil regreso a las aulas de la UFV. Y a las de Roma, ojalá os lo estéis pasando tan bien como nosotros. Ya nos contaréis.

Besos y abrazos,

Ales

miércoles, 26 de septiembre de 2007

A una semana de la segunda despedida

En estos días, los que nos quedamos en la patria afrontamos con más o menos síndrome postvacacional nuestra última semana de clase. Mientras tanto, nuestras chicas Erasmus se preparan para salir el día 3 de octubre hacia Roma. Tudelau ya ha sacado los billetes, y yo debo examinar mi presupuesto seriamente antes de coger los míos. Aunque no creo que haya mucho problema, ya que en los próximos días espero recibir una inyección de dinero medianamente decente. En fin, ya se verá como acaba la cosa.

Por otro lado, ha vuelto de otro Erasmus nuestra Clarita, una chica que se fue a Holanda el año pasado. Se alegra de volver a vernos, pero el síndrome posterasmus es peor (mucho peor) que el postvacacional, según nos cuenta.

Así que ya tenemos aquí unas cuantas experiencias para relatar.

Carlos.

jueves, 20 de septiembre de 2007

¡Cardiff, allá voy!

Anoche adquirí por Internet, tras un trámite bastante farragoso, los billetes para ir a Cardiff del 10 al 16 de octubre. Mi vuelo hace escala en Dublín, así que es posible que allí me encuentre con Tudelau, que casualmente pasa unos días en la ciudad.

Ya está todo listo. Siguiente parada, Dublín. Y luego, Cardiff. ¡Allá voy!

Un saludo,

Carlos

lunes, 17 de septiembre de 2007

Fotos, planes y matrícula medieval...

Para aquellos internautas que aún no nos conozcan (aunque no lo creais, y tal como reflejan las estadísticas del blog, no sólo se meten nuestros amigos y familiares; tenemos una media de 15 visitas por día), aquí tenéis algunas fotillos de los viajeros y de un servidor para conocernos mejor. Son, al igual que la anterior en la que salía Luismi, de nuestra breve pero intensa estancia en la República Dominicana. Buscaré algunas fotos mejores de las chicas de Roma.


De izquierda a derecha, Ales, Luismi y un servidor.




En la discoteca del casino del hotel. Belén es la cabeza que brota junto a Tudelau, cerca de Luismi. Teresa es la chica de rosa a la derecha.


Paralelamente a todo esto, los pobres diablos que nos quedamos en Madrid comenzamos las clases el día 1 de octubre. Teniendo en cuenta que yo acabo oficialmente las prácticas el día 30 de septiembre en mi querido GlobalHenares, la verdad es que no he tenido unas vacaciones precisamente largas…

Por eso estoy planeando apuntarme al viaje a Cardiff que va a hacer Tudelau a principios/mediados de octubre. Aunque no es nada seguro, la verdad. Me gustaría negociar con la universidad para que me convaliden las prácticas de este verano, lo que me vendría fenomenal ya que yo vivo en Coslada, la UFV está en Pozuelo, y no creo que los Reyes Magos me traigan un helicóptero privado. Pero por otro lado está mi madre, que quiere que haga las prácticas durante el curso. Yo le digo que me voy a morir algún día durante el trayecto, pero se ha empeñado. Y así están las cosas, amigos. No sé que voy a hacer.

El próximo día 24 de septiembre, debido principalmente al sistema medieval de matriculación de nuestra Universidad, los periolistos nos encontraremos en el susodicho templo del saber. A ver, ¿por qué no se pueden hacer las matrículas por Internet, como imperan los nuevos tiempos? Bueno, al menos esto nos da una excusa para tomarnos algo y contarnos nuestras aventuras veraniegas.


Alumno de la Universidad Francisco de Vitoria rellenando los impresos de la matrícula para el curso 2006-2007.


Y hablando de comienzos e historias de este tipo: aún tengo que hablar con las erasmus de Roma para ver cuando se marchan. ¿Qué tal van los cursos de italiano, chicas?

Mientras aclaro un montón de cosas. Veremos como acaba el asunto del viaje…

Un saludo,

Carlos

sábado, 8 de septiembre de 2007

Historia de un desembarco accidentado

Ales: Primero hemos de pedir disculpas por la extensión de esta entrada. Sé que los textos largos acaban resultando pesados y aburridos. Pero éste, creedme, merece la pena leerlo. Nuestra llegada a Cardiff no tiene ningún desperdicio. Luismi contará unas partes y yo otras, ya que, como veréis, vivimos distintas experiencias pese a que en principio viajábamos juntos.

Comencemos por el principio de los tiempos. El día antes de partir reservé un ‘Bed and Breakfast’ a última hora y sin fijarme mucho. Le dije a Luismi el nombre de la pensión y al rato me llamó: “tío, has reservado una pensión gay”. Efectivamente y sí, como diría Marlo Brando. Se trataba del ‘Ty Rosa Gay Bed and Breakfast’, en cuya página web describían como “el lugar más confortable de Cardiff y además… ¡Gay!” y que además estaba regentado por unos tales Paul y Stuart, al que, según su página web, podíamos llamar “Miss Judy”.

Tras el descojone, perdón, la risa, emprendimos el viaje. Como ha escrito Carlos en anteriores artículos, una recua de incondicionales nos despidieron en Barajas. Tomamos el vuelo a Barcelona y allí tuvimos que esperar unas cuantas horas hasta poder facturar.

Con un poco de retraso facturamos y nos dirijimos al control policial. Aquí viene lo gordo. Por alguna extraña razón, en Barcelona la alarma pita simplemente porque sí, aunque no lleves nada que la haga saltar. Yo pasé sin problemas, pero a Luismi le hicieron quitarse los zapatos y sacarse la tarjeta de crédito del bolsillo. La dejó en la bandeja junto al DNI y pudo pasar. Pero, al ir a recoger todo de la bandeja, algo falló: “tío, ¿y mi DNI?”. Le habían robado eso y la tarjeta de crédito (tuvo que ser o un moro o un islandés porque eran las únicas personas que había cerca de nosotros).

Tras una hora buscando por todos lados y ya con un bajón enorme, nos dirigimos a la comisaría. Estaba cerrada. Llamamos y nos dicen que enviarán a alguien. Decidimos que yo me tengo que ir porque las maletas ya están en el avión, que estaba a punto de salir. Así que, con un profundo pesar, Luismi y yo nos despedimos con un abrazo, justo cuando llegan los policías. Y aquí comienza el relato de mi compañero de aventuras.

Noches de bohemia y de bajón

Luismi: Un bombín, un bote de colonia, otro de desodorante, un tapete para jugar a las cartas, fichas de póker, baraja francesa y 350 libras en el bolsillo. Un lote muy adecuado si lo que quieres es montarte una fiesta con los amigotes y luego irte de putas en Londres, pero totalmente inservible si lo que necesitas es conseguir un pasaporte de emergencia, un nuevo billete de avión a Cardiff y un sitio para pasar la noche en Barcelona. Con mis maletas facturadas, ningún sitio para cambiar de nuevo divisas, sin documentación y con la única compañía de un portátil sin batería la historia se planteaba complicada.

Vamos por partes. ¿Conseguir un pasaporte de emergencia? Los Mossos de Escuadra escuchan atónitos mi historia y me hacen una denuncia de robo, pero me dicen que será complicado que me hagan un pasaporte antes de un par de días. De todos modos cojo mi denuncia y me dirijo decidido a la oficina de la Policía Nacional en el aeropuerto. Allí se encuentra sacándose mocos un gentil y orondo agente de la autoridad llamado Juan, alias ‘Poppin Fresh’, alias ‘Peter Griffin’, alias ‘Carlos Ros’ cuya imagen con su grueso cinturón-funda para la pistola y la porra se asemeja a una imagen de Saturno con sus anillos.

Intentando repeler la fuerza gravitacional propia de Juan, le cuento la movida y tras una charla de aproximadamente 30 minutos me responde que si vuelvo a la oficina de los Mossos, consigo que modifiquen la denuncia para incluir que me han robado también el pasaporte y además obtengo un billete nuevo, probablemente a la mañana siguiente me den uno de urgencia en el acto pero que él no se encarga de hacer esas cosas, y menos a esas horas.

Tras una breve visita a los Mossos consigo lo que Juan me pedía, y me asegura que hará todo lo posible para que pueda volar mañana, pero que nada es seguro. Son las 00:30, estoy solo, desorientado, y mi camiseta desprende un intenso olor a Caldofrán. Ales ya debe estar sobrevolando Francia de camino al hotel de Miss Judy…

¿Y las maletas?

Ales: Con cara de estar en un entierro, llegué corriendo a la puerta de embarque. Estaban esperando por nosotros y les conté que me iba sólo. En el avión me senté al lado de una catalana que estaba bastante buena (pero que se quedó dormida nada más despegar) y delante de un niño completamente repelente, de los que provocan que haya gente a la que no le gustan los niños. Por si no estaba bastante cabreado con todo lo que había pasado, el jodido enano estuvo todo el vuelo (dos horas y media) pegando patadas y puñetados en la silla, gritando y quejándose de todo. ¿Por qué la madre fue incapaz de pegarle una tollina en la cepa de la oreja, una bofetada de padre, una ostia a rodabrazo? No lo sé. Era galesa.

Bajé del avión cargando con mi portátil y mi guitarra (bueno, la de Tudelau) y me fui a esperar mis maletas y las de Luismi. Sale la mía, pero, tras esperar un buen rato y salvar en plan Indiana Jones a un carrito que se había atascado en la cinta, ésta se quedó vacía. Hablo con el personal de seguridad y me explican, con un acento extraño (son galeses), que cuando un pasajero no coge el avión, lo normal es que saquen sus maletas. Es la una de la madrugada, las dos en España, y llamo a Luismi para contárselo.

La Ley de Murphy

Luismi: ¿Pasar la noche en Barcelona? No problem, tengo a mi amigo Luis, alias “El Rata”, alias “Raticate”, que vive en el barrio de Sarriá. Tras una breve y fatídica llamada descubro que mi colega está aún de vacaciones persiguiendo suecas en Cullera a lo Pajares y Esteso. Todo apunta a que tocará sobarla en el jodido aeropuerto, así que paso a intentar resolver otros asuntos.

¿Conseguir un billete para mañana que llegue a Cardiff? No problem. Llamo a Tudelau para que me lo saque por Internet dado que no tengo documentación y no puedo hacerlo por mi mismo en el aeropuerto. Tras conseguir que Tudelau se crea que no la estoy vacilando, ella descubre que no hay vuelos a Cardiff hasta dentro de dos días. Acto seguido me cago en la puta madre que parió a Paneque, a Benji Prise, Toi Pai Pai, el niño flipao de Bola de Dan, Topo Giggio y en especial a todo el personal del aeropuerto y a todos los habitantes del Reino Unido.

Tras una dramática conversación decidimos que mi destino será Bristol (Inglaterra), a unos 100 kilómetros de Cardiff. Para allá hay un vuelo a las 14:15, llegar después hasta la capital de Gales en bus, tren o similar con mi inglés de nivel bajo promete ser una aventura. Pero la contribución de Tude al éxito de esta misión imposible no acaba ahí, y consigue que una amiga suya de la misma Tudela, Leticia, me acoja en su casa de Barcelona por esa noche.

Después de eyacular, nuestra compañera vasca me dice que me dé mazo prisa porque ‘Leti’, a la que ya tuve la oportunidad de conocer en el desparrame de las fiestas tudelanas, tiene examen. Cojo toda mi mierda y salgo pitando a pillar un taxi. Una vez llegado al Barrio de Gracia y a punto de llamar al telefonillo de mi casa por una noche, suena mi móvil. Es mi madre, que me pregunta que tal el vuelo a Cardiff, a lo que como no podía ser de otra manera contesto que “de puta madre” pero que estoy muy ocupado buscando las maletas y que no puedo hablar mucho, que hace buen tiempo, hay muchos taxis, no se ha hecho largo el viaje y “nada más, un beso, que esto corre”.

Al llegar a mi ‘albergue’ Leti me tiene preparado un sofá debuti y me mima cual verdadera madre. Nos despedimos, se va a acostar, yo me quedo pensando en las cosas de las que tendré que ocuparme mañana. Estaba en mi mundo cuando llama Ales desde Cardiff. “Tus maletas están en algún lugar del Aeropuerto de Barcelona, me han dicho que si tú no embarcas, las maletas tampoco, así que también deberás intentar recuperarlas mañana.” Efectivamente, como es lógico, me cago en la puta. Veo un rato la tele, y me piro a sobar. Son las 2:00. Me siento jodido, muy jodido, pero como tengo empatía y soy un tipo altruista, en vez de preocuparme por mi situación me preocupo por la cantidad de nabos que estarán en ese momento reventando el menudo cuerpo de González Nieto en el Hotel Gayyer…

A solas con Miss Judy

Ales: Necesito un taxi. Oigo a una rubia platino con michelines por todos lados (era galesa) decir a su novio (galés también, y por lo tanto supongo que correría como tal, como un galés) que no habrá taxis hasta dentro de 45 minutos. Llamo a Miss Judy, Stuart, el gerente de la pensión gay, que muy amablemente se había ofrecido, por email, a ir a recogernos y le digo que, aunque lo había desechado en principio, sí que necesito su ‘servicio de taxi’. Me van a buscar él y Paul (su novio y también gerente del ‘Bed and Breakfast).

Después de esperar más de media hora y cuando ya había imaginado que todas las personas que pasaban en coche eran Miss Judy, aparece un tipo sonriente, calvo como Antonio Lobato, con una pluma reconocible a leguas y con unos rasgos faciales similares a un jugador de la selección irlandesa de cuyo nombre no me acuerdo. No me acuerdo si se presentó como Stuar o Miss Judy. Subimos al coche y ya noté que eran majísimos (el supuesto error de reservar una pensión gay resultó todo un acierto, porque nos trataron fenomenal y nos ayudaron un montón). Nos llevó 20 minutos llegar a la pensión y no paramos de hablar, de todo tipo de temas (por supuesto les conté lo duro que había sido mi día).

La casa era preciosa por fuera y la habitación lo era más todavía. Se notaba el toque ‘gayer’ en los cojines de pelo y la decoración en general, pero era una pasada. Pensando en qué coño iba a hacer al día siguiente sin haber contactado antes con el agente inmobiliario que nos iba a enseñar las casas de estudiantes, me tumbo en la cama (comodísima) y me duermo como un bebé.

Miedo y asco en El Prat

Luismi: El despertador suena a las 7:30 de la mañana y me pongo en pie. Me despido de Leti n’company tan amablemente como puedo y deseando que alguna vez pueda retornar tan gran favor. Salgo a la calle con la misma ropa que el día anterior dado que no tengo muda pensando en que quitarme los gayumbos cuando recupere mi maleta será una operación similar a la de quitarle el papel a las magdalenas. Pillo un taxi para llegar a Plaza Cataluña y de ahí, en bus, al aeropuerto. El olor a perrete chico y a cebolleta que despide mi cuerpo va en aumento. Tras un viaje de tres cuartos de hora llego de nuevo al aeropuerto.

Tengo unas 4 horas para conseguir un pasaporte y recuperar mis maletas antes de que salga mi vuelo a Bristol. Pero todas las esperanzas que me dio el maravilloso ‘Poppin’ Fresh’ la noche anterior parecen desvanecerse una vez llegado a la Comisaría, donde el Policía del turno de mañana me dice que NI DE COÑA me van a dar un pasaporte si no tengo otra identificación. Tras una pequeña comida de tarro y gracias a la operación de la primera funcionaria eficiente de la historia consigo un trato. Si consigo un resguardo de solicitud de DNI en otra comisaría del pueblo de El Prat, ellos me hacen un pasaporte en el acto.

El tiempo corre en mi contra y aún tengo que recuperar mi equipaje, así que cambio unas libras a euros de nuevo y pillo un taxi hacia El Prat. Me recorro el puto pueblo en busca de un fotomatón y voy a la Comisaría, adonde los polis del aeropuerto han llamado previamente para informar de mi caso y me tratan de putísima madre. Allí consigo el resguardo del DNI y un nuevo pasaporte tras una hora y media aproximadamente. Un ‘maderuni’ entrañable llama a un taxi para que venga a recogerme y volver al aeropuerto cuanto antes. Hace un calor que te torras y no paro de ir para acá y para allá, algo no muy bueno dado que llevo casi dos días sin ducharme ni cambiarme de ropa.

Son las 11:45 y al volver al aeropuerto, los lumbreras de Aena e Iberia me hacen recorrerme todos los putos mostradores habidos y por haber hasta que un tipo me dice que o pongo una reclamación para que me manden mis maletas a Cardiff o ni de coña consigo volar hoy. Para entonces ya son las 12:55 y me queda apenas media hora para empezar a embarcar. Qué remedio, me dicen que las maletas tardarán unos días en llegar y llamo a Ales para que me compre gayumbos, pantalones, camisetas y calcetines. Me doy asco a mi mismo. Con el pelo más graso que las ingles de Yeyo, unos pantalones llenos de lamparones de zumo de naranja y una sobaca mora de campeonato dejo una estela parecida a la del Cometa Halley. Por fin, embarco hacia Bristol y me apiado del matrimonio guiri que se sienta a mi lado. Pese a todo, son bastante simpáticos y hablamos animadamente durante las dos horas de vuelo.

Llego a Bristol, bajo del avión y me acojono durante 10 segundos pensando ¿ahora qué? Consigo enterarme de cómo llegar a la estación de trenes central y me pillo un bus. En el bus me encuentro con un Erasmus francés bastante majete que flipa con la historia. Llego a la estación, el tren para Cardiff sale en 4 minutos. Me doy prisa, saco al billete y consigo llegar a tiempo. Llamo a Ales para dar el parte del viaje. GALES, ALLÁ VOY…

Pero…, pe…, pero esto…, ¿pero esto es Cardiff?

Ales: Yo amanecí con el culo intacto. ¡Aleluya! Luismi me había cortado el sueño en repetidas ocasiones para contarme como iba su ‘Operación Llegar a Cardiff’. Me duché y bajé a desayunar. Acojonante el salón. Una pasada. Era pequeño, pero organizado como si fuera un comedor de un hotel y con una decoración exquisita. Me enamoró. Lo tenían montado perfectamente, con una carta de desayunos impresionante. Paul y Miss Judy, simpatiquísimos, me atendieron y me enseñaron cómo llegar a la ciudad.

En el autobus urbano no dan cambio. Si el billete vale una libra y tienes cinco, te jodes. O pagas cinco o te quedas en tierra. Sólo tenía billetes, así que me pegué una caminata, aunque me sorprendió comprobar que Cardiff no era tan grande como pensaba. Pronto giré una esquina y me quedé boquiabierto con la imagen del Millenium Stadium sobre el río. Pasé más tiempo con la boca abierta del que esparaba haber pasado en la pensión gay. Cada calle que cruzaba me maravillaba con un edificio, una iglesia, un castillo, un parque, uno de los 800.000 centros comerciales. Me pateé todo Cardiff (así acabé, con heridas en los pies). Le compré algo de ropa a Luismi, la más barata que encontré e incluso me dio tiempo a ir a la Universidad, la UWIC. Justo al llegar, Luismi me llamó para informarme que acababa de pisar suelo enemigo, la Gran Bretaña.

Viaje al paraíso en una boñiga

Luismi: El tren es lo más parecido al sistema de ferrocarriles de la India. El vagón va hasta el ojete y todo el mundo hablando a gritos. Yo, que me aburro y quiero seguir practicando mi inglés, saco mi pasaporte español para que quede visible a ver si alguien se acerca a decirme alguna gilipollez típica como ‘olé’, ‘tortilla’, ‘paella’ o ‘toros’ y así entablar una conversación. Así conozco a un tipo bastante simpático con la voz de Constantino Romero pero sin el glamour de su ‘moustache’ y va pasando el tiempo. Me meo vivo, mi vejiga está más cargada que la de Tycho Brae. Apesto. La peña me mira como si les fuese a pedir limosna o me fuese a inmolar en cualquier instante. Queda una parada para Cardiff. El final anda cerca…

Deporte, orgasmos y… reencuentro

Ales: La Universidad no aparentaba gran cosa en principio. Está rodeada por casitas en las que viven los estudiantes y no es mucho más grande que la nuestra. Eso en principio. Después, hay que ver la parte de atrás. Tras intentar ver a nuestro tutor e inscribirnos en el curso de entrenador de baloncesto, fui a dar una vuelta por el campus. Detrás de ese edificio nada ostentoso y tirando a cutre en el que se imparten las clases, se esconde la Universidad de mis sueños.

Empezamos por una Sports Cafetery, apartada de la cafetería normal y decorada con motivos deportivos. Al lado, piscinas cubiertas, canchas de tenis ‘a esgalla’, pistas de mini-fútbol, campo de fútbol once, el Centro Nacional de Deportes para Discapacitados y… un pabellón polideportivo extraordinario, totalmente nuevo, con un diseño espectacular y con la mejor pista de atletismo indoor que he visto nunca. Ahí íbamos a jugar a baloncesto. Estuve a punto de sacar un condón que llevaba en la cartera y entrar al baño a hacer una de las de Luismi. Aún quedaban más cosas: campo de rugby, pista de atletismo al aire libre y otros campos de deportes rarísimos (uno es el softbol y del otro no me acuerdo).

Babeando (y no por la asiática macizorra que estaba en la parada del bus), regresó al centro a recoger a Luismi. Me tiré un buen rato esperando. Con la fascinación de conocer la ciudad, se me había pasado la angustia de pensar qué pasaría con el chico delgadito, con el pelo como Krusty al que habían robado su documentación. Me volvieron los nervios sólo de pensar todo lo que le tenía que enseñar. Lo guapo que estaba Cardiff. Al rato apareció, con mi bombín en la cabeza, una especie de Tom Hanks en ‘Náufrago’, con la barba un poco más corta, similar olor y una cara de satisfacción propia del que pone fin a una década de aislamiento. Ya estábamos juntos y en Cardiff. Comenzaba nuestro año Erasmus.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Hasta pronto, chicos. ¡Farewell!

Comienzo a escribir estas líneas aproximadamente una hora después de que Luismi y Ales desaparezcan entre la multitud que se agrupaba en torno a los arcos magnéticos de la puerta de embarque, a eso de las 16:30, hora peninsular. Minutos después, los que allí nos presentamos para despedir a los “Erasmus boys” Tudelau, Ángel, Sara, Pris y Carmen, la madre de Luismi; y un servidor, claro.-

Su primera parada es Barcelona, que alcanzarán dentro de poco si no lo han hecho ya. Unas horas después llegarán a Cardiff. Eso ya, que os lo cuenten ellos, que creo que tendrán bastantes cosas que contar. En especial del alojamiento (jeje).


El señor Luis Miguel López disfrutando del sabor de un puro en Punta Cana


Ha sido emocionante. En fin...

Un saludo,

Carlos

jueves, 30 de agosto de 2007

A seis días de la primera despedida.

Hallábame yo zanganeando en la redacción de GlobalHenares, periódico donde tengo concertadas unas prácticas hasta septiembre, cuando decidí dar el paso de la potencia al acto y crear, con la confianza de aquellos que participarán, este blog llamado (por Ales) Periolistos en la distancia.

Y entonces, hice cuenta mentalmente de todo lo que habíamos pasado como compañeros, estos tres últimos años. Muchas vivencias, altibajos y euforias. Mucha hermandad. Mucho “blood brothers”, mucha camaradería. Mucho. Se me hace duro pensar que, durante un año, no voy a ver a cinco… seis de ellos. El día 5 de septiembre, Ales y Luismi se van a Cardiff. ¿Un año sin ver a estos dos? ¿Sin Luismi a mi lado en la mesa y sin Ales detrás? Suena surrealista después de este tiempo. Y mis otras tres compañeras: Teresa, my goddess; Belén, Cristina… ay, se irán en octubre. Cinco en total que tardarán un año en volver. Y luego está el sexto, con el que lamentablemente no puedo comunicarme: Manuel. Este chico ha encontrado la felicidad como voluntario en una misión en Kenia. Quizás algún día os hable de él.

Con el propósito de mantener una comunicación constante, ordenada y divertida en la distancia que nos separa, nació Periolistos en la distancia, el blog que ahora estás visitando, querido internauta. ¿Para qué limitar nuestra comunicación al correo electrónico cuando nos pueden leer potencialmente miles de millones de personas? (comentario con demasiadas esperanzas...) Aquí encontrarás las narraciones de nuestra vida cotidiana y nuestras aventuras. Bienvenido.

Seis días. Sólo quedan seis días para que la pareja de zanguangos abandonen nuestras mesetas íberas en dirección a la pérfida Albión… o casi. Para que nos vayáis conociendo (y os entretengáis un rato) he colgado un vídeo que hizo Ales para un proyecto de inglés, que recoge nuestra experiencia durante el viaje de paso del ecuador, en Punta Cana (nada menos). Para que veáis que bien nos lo pasamos. Está en inglés, obviamente, pero se entiende bastante bien. No es culpa vuestra. No sufriríais si nuestra educación pública no fuera tan mala.


Unlonely Planet: Punta Cana '07
Uploaded by alesgonzalez


Un saludo,

Carlos