sábado, 8 de septiembre de 2007

Historia de un desembarco accidentado

Ales: Primero hemos de pedir disculpas por la extensión de esta entrada. Sé que los textos largos acaban resultando pesados y aburridos. Pero éste, creedme, merece la pena leerlo. Nuestra llegada a Cardiff no tiene ningún desperdicio. Luismi contará unas partes y yo otras, ya que, como veréis, vivimos distintas experiencias pese a que en principio viajábamos juntos.

Comencemos por el principio de los tiempos. El día antes de partir reservé un ‘Bed and Breakfast’ a última hora y sin fijarme mucho. Le dije a Luismi el nombre de la pensión y al rato me llamó: “tío, has reservado una pensión gay”. Efectivamente y sí, como diría Marlo Brando. Se trataba del ‘Ty Rosa Gay Bed and Breakfast’, en cuya página web describían como “el lugar más confortable de Cardiff y además… ¡Gay!” y que además estaba regentado por unos tales Paul y Stuart, al que, según su página web, podíamos llamar “Miss Judy”.

Tras el descojone, perdón, la risa, emprendimos el viaje. Como ha escrito Carlos en anteriores artículos, una recua de incondicionales nos despidieron en Barajas. Tomamos el vuelo a Barcelona y allí tuvimos que esperar unas cuantas horas hasta poder facturar.

Con un poco de retraso facturamos y nos dirijimos al control policial. Aquí viene lo gordo. Por alguna extraña razón, en Barcelona la alarma pita simplemente porque sí, aunque no lleves nada que la haga saltar. Yo pasé sin problemas, pero a Luismi le hicieron quitarse los zapatos y sacarse la tarjeta de crédito del bolsillo. La dejó en la bandeja junto al DNI y pudo pasar. Pero, al ir a recoger todo de la bandeja, algo falló: “tío, ¿y mi DNI?”. Le habían robado eso y la tarjeta de crédito (tuvo que ser o un moro o un islandés porque eran las únicas personas que había cerca de nosotros).

Tras una hora buscando por todos lados y ya con un bajón enorme, nos dirigimos a la comisaría. Estaba cerrada. Llamamos y nos dicen que enviarán a alguien. Decidimos que yo me tengo que ir porque las maletas ya están en el avión, que estaba a punto de salir. Así que, con un profundo pesar, Luismi y yo nos despedimos con un abrazo, justo cuando llegan los policías. Y aquí comienza el relato de mi compañero de aventuras.

Noches de bohemia y de bajón

Luismi: Un bombín, un bote de colonia, otro de desodorante, un tapete para jugar a las cartas, fichas de póker, baraja francesa y 350 libras en el bolsillo. Un lote muy adecuado si lo que quieres es montarte una fiesta con los amigotes y luego irte de putas en Londres, pero totalmente inservible si lo que necesitas es conseguir un pasaporte de emergencia, un nuevo billete de avión a Cardiff y un sitio para pasar la noche en Barcelona. Con mis maletas facturadas, ningún sitio para cambiar de nuevo divisas, sin documentación y con la única compañía de un portátil sin batería la historia se planteaba complicada.

Vamos por partes. ¿Conseguir un pasaporte de emergencia? Los Mossos de Escuadra escuchan atónitos mi historia y me hacen una denuncia de robo, pero me dicen que será complicado que me hagan un pasaporte antes de un par de días. De todos modos cojo mi denuncia y me dirijo decidido a la oficina de la Policía Nacional en el aeropuerto. Allí se encuentra sacándose mocos un gentil y orondo agente de la autoridad llamado Juan, alias ‘Poppin Fresh’, alias ‘Peter Griffin’, alias ‘Carlos Ros’ cuya imagen con su grueso cinturón-funda para la pistola y la porra se asemeja a una imagen de Saturno con sus anillos.

Intentando repeler la fuerza gravitacional propia de Juan, le cuento la movida y tras una charla de aproximadamente 30 minutos me responde que si vuelvo a la oficina de los Mossos, consigo que modifiquen la denuncia para incluir que me han robado también el pasaporte y además obtengo un billete nuevo, probablemente a la mañana siguiente me den uno de urgencia en el acto pero que él no se encarga de hacer esas cosas, y menos a esas horas.

Tras una breve visita a los Mossos consigo lo que Juan me pedía, y me asegura que hará todo lo posible para que pueda volar mañana, pero que nada es seguro. Son las 00:30, estoy solo, desorientado, y mi camiseta desprende un intenso olor a Caldofrán. Ales ya debe estar sobrevolando Francia de camino al hotel de Miss Judy…

¿Y las maletas?

Ales: Con cara de estar en un entierro, llegué corriendo a la puerta de embarque. Estaban esperando por nosotros y les conté que me iba sólo. En el avión me senté al lado de una catalana que estaba bastante buena (pero que se quedó dormida nada más despegar) y delante de un niño completamente repelente, de los que provocan que haya gente a la que no le gustan los niños. Por si no estaba bastante cabreado con todo lo que había pasado, el jodido enano estuvo todo el vuelo (dos horas y media) pegando patadas y puñetados en la silla, gritando y quejándose de todo. ¿Por qué la madre fue incapaz de pegarle una tollina en la cepa de la oreja, una bofetada de padre, una ostia a rodabrazo? No lo sé. Era galesa.

Bajé del avión cargando con mi portátil y mi guitarra (bueno, la de Tudelau) y me fui a esperar mis maletas y las de Luismi. Sale la mía, pero, tras esperar un buen rato y salvar en plan Indiana Jones a un carrito que se había atascado en la cinta, ésta se quedó vacía. Hablo con el personal de seguridad y me explican, con un acento extraño (son galeses), que cuando un pasajero no coge el avión, lo normal es que saquen sus maletas. Es la una de la madrugada, las dos en España, y llamo a Luismi para contárselo.

La Ley de Murphy

Luismi: ¿Pasar la noche en Barcelona? No problem, tengo a mi amigo Luis, alias “El Rata”, alias “Raticate”, que vive en el barrio de Sarriá. Tras una breve y fatídica llamada descubro que mi colega está aún de vacaciones persiguiendo suecas en Cullera a lo Pajares y Esteso. Todo apunta a que tocará sobarla en el jodido aeropuerto, así que paso a intentar resolver otros asuntos.

¿Conseguir un billete para mañana que llegue a Cardiff? No problem. Llamo a Tudelau para que me lo saque por Internet dado que no tengo documentación y no puedo hacerlo por mi mismo en el aeropuerto. Tras conseguir que Tudelau se crea que no la estoy vacilando, ella descubre que no hay vuelos a Cardiff hasta dentro de dos días. Acto seguido me cago en la puta madre que parió a Paneque, a Benji Prise, Toi Pai Pai, el niño flipao de Bola de Dan, Topo Giggio y en especial a todo el personal del aeropuerto y a todos los habitantes del Reino Unido.

Tras una dramática conversación decidimos que mi destino será Bristol (Inglaterra), a unos 100 kilómetros de Cardiff. Para allá hay un vuelo a las 14:15, llegar después hasta la capital de Gales en bus, tren o similar con mi inglés de nivel bajo promete ser una aventura. Pero la contribución de Tude al éxito de esta misión imposible no acaba ahí, y consigue que una amiga suya de la misma Tudela, Leticia, me acoja en su casa de Barcelona por esa noche.

Después de eyacular, nuestra compañera vasca me dice que me dé mazo prisa porque ‘Leti’, a la que ya tuve la oportunidad de conocer en el desparrame de las fiestas tudelanas, tiene examen. Cojo toda mi mierda y salgo pitando a pillar un taxi. Una vez llegado al Barrio de Gracia y a punto de llamar al telefonillo de mi casa por una noche, suena mi móvil. Es mi madre, que me pregunta que tal el vuelo a Cardiff, a lo que como no podía ser de otra manera contesto que “de puta madre” pero que estoy muy ocupado buscando las maletas y que no puedo hablar mucho, que hace buen tiempo, hay muchos taxis, no se ha hecho largo el viaje y “nada más, un beso, que esto corre”.

Al llegar a mi ‘albergue’ Leti me tiene preparado un sofá debuti y me mima cual verdadera madre. Nos despedimos, se va a acostar, yo me quedo pensando en las cosas de las que tendré que ocuparme mañana. Estaba en mi mundo cuando llama Ales desde Cardiff. “Tus maletas están en algún lugar del Aeropuerto de Barcelona, me han dicho que si tú no embarcas, las maletas tampoco, así que también deberás intentar recuperarlas mañana.” Efectivamente, como es lógico, me cago en la puta. Veo un rato la tele, y me piro a sobar. Son las 2:00. Me siento jodido, muy jodido, pero como tengo empatía y soy un tipo altruista, en vez de preocuparme por mi situación me preocupo por la cantidad de nabos que estarán en ese momento reventando el menudo cuerpo de González Nieto en el Hotel Gayyer…

A solas con Miss Judy

Ales: Necesito un taxi. Oigo a una rubia platino con michelines por todos lados (era galesa) decir a su novio (galés también, y por lo tanto supongo que correría como tal, como un galés) que no habrá taxis hasta dentro de 45 minutos. Llamo a Miss Judy, Stuart, el gerente de la pensión gay, que muy amablemente se había ofrecido, por email, a ir a recogernos y le digo que, aunque lo había desechado en principio, sí que necesito su ‘servicio de taxi’. Me van a buscar él y Paul (su novio y también gerente del ‘Bed and Breakfast).

Después de esperar más de media hora y cuando ya había imaginado que todas las personas que pasaban en coche eran Miss Judy, aparece un tipo sonriente, calvo como Antonio Lobato, con una pluma reconocible a leguas y con unos rasgos faciales similares a un jugador de la selección irlandesa de cuyo nombre no me acuerdo. No me acuerdo si se presentó como Stuar o Miss Judy. Subimos al coche y ya noté que eran majísimos (el supuesto error de reservar una pensión gay resultó todo un acierto, porque nos trataron fenomenal y nos ayudaron un montón). Nos llevó 20 minutos llegar a la pensión y no paramos de hablar, de todo tipo de temas (por supuesto les conté lo duro que había sido mi día).

La casa era preciosa por fuera y la habitación lo era más todavía. Se notaba el toque ‘gayer’ en los cojines de pelo y la decoración en general, pero era una pasada. Pensando en qué coño iba a hacer al día siguiente sin haber contactado antes con el agente inmobiliario que nos iba a enseñar las casas de estudiantes, me tumbo en la cama (comodísima) y me duermo como un bebé.

Miedo y asco en El Prat

Luismi: El despertador suena a las 7:30 de la mañana y me pongo en pie. Me despido de Leti n’company tan amablemente como puedo y deseando que alguna vez pueda retornar tan gran favor. Salgo a la calle con la misma ropa que el día anterior dado que no tengo muda pensando en que quitarme los gayumbos cuando recupere mi maleta será una operación similar a la de quitarle el papel a las magdalenas. Pillo un taxi para llegar a Plaza Cataluña y de ahí, en bus, al aeropuerto. El olor a perrete chico y a cebolleta que despide mi cuerpo va en aumento. Tras un viaje de tres cuartos de hora llego de nuevo al aeropuerto.

Tengo unas 4 horas para conseguir un pasaporte y recuperar mis maletas antes de que salga mi vuelo a Bristol. Pero todas las esperanzas que me dio el maravilloso ‘Poppin’ Fresh’ la noche anterior parecen desvanecerse una vez llegado a la Comisaría, donde el Policía del turno de mañana me dice que NI DE COÑA me van a dar un pasaporte si no tengo otra identificación. Tras una pequeña comida de tarro y gracias a la operación de la primera funcionaria eficiente de la historia consigo un trato. Si consigo un resguardo de solicitud de DNI en otra comisaría del pueblo de El Prat, ellos me hacen un pasaporte en el acto.

El tiempo corre en mi contra y aún tengo que recuperar mi equipaje, así que cambio unas libras a euros de nuevo y pillo un taxi hacia El Prat. Me recorro el puto pueblo en busca de un fotomatón y voy a la Comisaría, adonde los polis del aeropuerto han llamado previamente para informar de mi caso y me tratan de putísima madre. Allí consigo el resguardo del DNI y un nuevo pasaporte tras una hora y media aproximadamente. Un ‘maderuni’ entrañable llama a un taxi para que venga a recogerme y volver al aeropuerto cuanto antes. Hace un calor que te torras y no paro de ir para acá y para allá, algo no muy bueno dado que llevo casi dos días sin ducharme ni cambiarme de ropa.

Son las 11:45 y al volver al aeropuerto, los lumbreras de Aena e Iberia me hacen recorrerme todos los putos mostradores habidos y por haber hasta que un tipo me dice que o pongo una reclamación para que me manden mis maletas a Cardiff o ni de coña consigo volar hoy. Para entonces ya son las 12:55 y me queda apenas media hora para empezar a embarcar. Qué remedio, me dicen que las maletas tardarán unos días en llegar y llamo a Ales para que me compre gayumbos, pantalones, camisetas y calcetines. Me doy asco a mi mismo. Con el pelo más graso que las ingles de Yeyo, unos pantalones llenos de lamparones de zumo de naranja y una sobaca mora de campeonato dejo una estela parecida a la del Cometa Halley. Por fin, embarco hacia Bristol y me apiado del matrimonio guiri que se sienta a mi lado. Pese a todo, son bastante simpáticos y hablamos animadamente durante las dos horas de vuelo.

Llego a Bristol, bajo del avión y me acojono durante 10 segundos pensando ¿ahora qué? Consigo enterarme de cómo llegar a la estación de trenes central y me pillo un bus. En el bus me encuentro con un Erasmus francés bastante majete que flipa con la historia. Llego a la estación, el tren para Cardiff sale en 4 minutos. Me doy prisa, saco al billete y consigo llegar a tiempo. Llamo a Ales para dar el parte del viaje. GALES, ALLÁ VOY…

Pero…, pe…, pero esto…, ¿pero esto es Cardiff?

Ales: Yo amanecí con el culo intacto. ¡Aleluya! Luismi me había cortado el sueño en repetidas ocasiones para contarme como iba su ‘Operación Llegar a Cardiff’. Me duché y bajé a desayunar. Acojonante el salón. Una pasada. Era pequeño, pero organizado como si fuera un comedor de un hotel y con una decoración exquisita. Me enamoró. Lo tenían montado perfectamente, con una carta de desayunos impresionante. Paul y Miss Judy, simpatiquísimos, me atendieron y me enseñaron cómo llegar a la ciudad.

En el autobus urbano no dan cambio. Si el billete vale una libra y tienes cinco, te jodes. O pagas cinco o te quedas en tierra. Sólo tenía billetes, así que me pegué una caminata, aunque me sorprendió comprobar que Cardiff no era tan grande como pensaba. Pronto giré una esquina y me quedé boquiabierto con la imagen del Millenium Stadium sobre el río. Pasé más tiempo con la boca abierta del que esparaba haber pasado en la pensión gay. Cada calle que cruzaba me maravillaba con un edificio, una iglesia, un castillo, un parque, uno de los 800.000 centros comerciales. Me pateé todo Cardiff (así acabé, con heridas en los pies). Le compré algo de ropa a Luismi, la más barata que encontré e incluso me dio tiempo a ir a la Universidad, la UWIC. Justo al llegar, Luismi me llamó para informarme que acababa de pisar suelo enemigo, la Gran Bretaña.

Viaje al paraíso en una boñiga

Luismi: El tren es lo más parecido al sistema de ferrocarriles de la India. El vagón va hasta el ojete y todo el mundo hablando a gritos. Yo, que me aburro y quiero seguir practicando mi inglés, saco mi pasaporte español para que quede visible a ver si alguien se acerca a decirme alguna gilipollez típica como ‘olé’, ‘tortilla’, ‘paella’ o ‘toros’ y así entablar una conversación. Así conozco a un tipo bastante simpático con la voz de Constantino Romero pero sin el glamour de su ‘moustache’ y va pasando el tiempo. Me meo vivo, mi vejiga está más cargada que la de Tycho Brae. Apesto. La peña me mira como si les fuese a pedir limosna o me fuese a inmolar en cualquier instante. Queda una parada para Cardiff. El final anda cerca…

Deporte, orgasmos y… reencuentro

Ales: La Universidad no aparentaba gran cosa en principio. Está rodeada por casitas en las que viven los estudiantes y no es mucho más grande que la nuestra. Eso en principio. Después, hay que ver la parte de atrás. Tras intentar ver a nuestro tutor e inscribirnos en el curso de entrenador de baloncesto, fui a dar una vuelta por el campus. Detrás de ese edificio nada ostentoso y tirando a cutre en el que se imparten las clases, se esconde la Universidad de mis sueños.

Empezamos por una Sports Cafetery, apartada de la cafetería normal y decorada con motivos deportivos. Al lado, piscinas cubiertas, canchas de tenis ‘a esgalla’, pistas de mini-fútbol, campo de fútbol once, el Centro Nacional de Deportes para Discapacitados y… un pabellón polideportivo extraordinario, totalmente nuevo, con un diseño espectacular y con la mejor pista de atletismo indoor que he visto nunca. Ahí íbamos a jugar a baloncesto. Estuve a punto de sacar un condón que llevaba en la cartera y entrar al baño a hacer una de las de Luismi. Aún quedaban más cosas: campo de rugby, pista de atletismo al aire libre y otros campos de deportes rarísimos (uno es el softbol y del otro no me acuerdo).

Babeando (y no por la asiática macizorra que estaba en la parada del bus), regresó al centro a recoger a Luismi. Me tiré un buen rato esperando. Con la fascinación de conocer la ciudad, se me había pasado la angustia de pensar qué pasaría con el chico delgadito, con el pelo como Krusty al que habían robado su documentación. Me volvieron los nervios sólo de pensar todo lo que le tenía que enseñar. Lo guapo que estaba Cardiff. Al rato apareció, con mi bombín en la cabeza, una especie de Tom Hanks en ‘Náufrago’, con la barba un poco más corta, similar olor y una cara de satisfacción propia del que pone fin a una década de aislamiento. Ya estábamos juntos y en Cardiff. Comenzaba nuestro año Erasmus.

4 comentarios:

Carlos dijo...

¡Magnífico chicos! Ha sido como cuando vi el combate de Freezer contra Goku: sabes que va a ser cojonudo, ¡pero rompe todas tus espectativas! Ha sido uno de los artículos con los que (perdonad) más me he reído.

Y yo que pensaba que estas cosas solo me pasaban a mí...

En serio, ha sido un debut de oro para el blog. Espero que, cuando estéis allí maravillados por Cardiff y por esas pedazo de instalaciones en la UWIC, os acordáis de como nosotros nos morimos de asco aquí, cabrones.

No me despido sin antes recordaros que en breve estaremos allí. Aún hay dudas de que pueda ir en octubre, entre otras cosas porque quiero arreglar unas cosas de mis prácticas los primeros días. Pero si se organiza otro viaje en diciembre... ¡allí estaré seguro!

Un abrazo fortísimo, chicos. Cuidado con Miss Judy.

Anónimo dijo...

Sin duda una historia apasionante, la verdad es que da que pensar la situacion en la se tuvo que encontrar la gente que sufrio el almizclado olor de Luismi.Desde Villafranca nos solidarizamos con los aventureros.Por cierto presi, igual nos vemos antes de lo previsto.Ya hablaremos.(Tomas)

Anónimo dijo...

Jajajajaja.... Esto solo le puede pasar a un periolisto!! Pero si el primer día ya habeis sobrevivido a un detector de metales infernal, a un moro/islandés ratero, a una noche en un hotel gay, a una aventura tipo naúfrago pero en Barcelona y a unas maletas desaparecidas (por cierto, ¿Las has recuperado ya Luismi?) es que vuestro viaje realmente promete mucho. Disfrutad mucho chicos! Nosotros pronto empezaremos a exharos de menos a los cinco.

Carlos dijo...

Es verdad, ¿ha recuperado ya Luismi su equipo de Action Man?

¡Queremos saber! ¡Queremos otro post con fotos!